CMA 2017

Normalmente no escribiría una aventura para un fin de semana que pasamos básicamente en casa, pero este fin de semana estuvo lleno de demasiadas historias geniales como para no compartirlas.

El jueves dimos un paseo y nos maldijimos a nosotros mismos; cometimos el error de musitar para nuestros adentros después de nuestro paseo que éste era el grupo de CMA más educado por el que habíamos paseado al cachorro. 

El sábado sacamos al cachorro a dar un paseo por el centro, durante el cual recibió la atención habitual. Estaba adorable y pasamos un rato agradable. El escocés borracho entra en escena por la izquierda, entre el acento y los insultos no entendía nada de lo que decía. Pero me esquivó para abrazar a Daniel como a un viejo amigo. Su colega escocés, más comprensible, me dirigió unas palabras poco memorables, tras lo cual seguimos nuestro camino. Fue entonces cuando me enteré de lo que había pasado detrás de mí.

Al parecer, Daniel tampoco entendía al escocés borracho. Sin embargo, disfrutó del gran beso húmedo que le dieron en el cuello tras el segundo o tercer abrazo de oso.

Podría haber sido peor...

A las 22 h del sábado, nos pareció oír entrar a nuestra vecina del pasillo. Fue un poco sorprendente, ya que siempre está fuera de la ciudad por las AMC (mujer lista). Magnus el cachorro empezó a perder los papeles, así que me acerqué a la mirilla para decirle que sólo era la vecina y que se callara... pero cuando miré por la mirilla me encontré cara a cara con un tipo tan borracho que estaba apoyado en mi puerta/pared intentando forzar las llaves en nuestra cerradura.

Decidí esperar unos minutos para ver si se daba cuenta por sí mismo.

No lo hizo. Aparté a Daniel (Magnus seguía ladrando) y le dije que se callara, que no quería que supiera que había un tío para evitar una escalada. Volví a la puerta e intenté decirle al hermano borracho que se había equivocado de puerta. Me dijo que no se había equivocado de puerta y que él era el PROPIETARIO. Discutimos una y otra vez, yo intentando convencerle de que se había equivocado de pasillo, ya que en este edificio todos se parecen. Él no quería saber nada. Al final le dije que tendría que llamar a la policía si no se iba.

Desapareció durante unos 5 minutos hasta que reapareció en el aparcamiento gritando: "F&*K YOU" al edificio. Curiosamente, en el OTRO pasillo... el que no intentó. Siguió así unos 10 minutos antes de desaparecer. Por suerte para él, ya que yo estaba a punto de llamar a la policía.

El domingo a las 6 de la tarde, justo cuando estábamos terminando de preparar la cena, volvió a aparecer. Por suerte, esta vez estaba menos borracho (seguía borracho, pero un poco menos) y le dije: "¿Pero qué demonios, tío? Disfrutamos de pastel de carne de bisonte casero y patatas al romero.

Resulta que la unidad que está en el mismo lugar que la nuestra, en el otro pasillo, alquila su casa como AirBnB... lo cual va contra las normas de nuestra Asociación de Propietarios, así que lo más probable es que reciban una carta esta semana. Vivir en el centro tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes. 

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